Empoderamiento Femenino

Señales de violencia previas a las agresiones físicas

Conoce las fases del ciclo de la violencia previo a las agresiones

Conoce el ciclo de la violencia

La violencia de género suele comenzar casi al principio de la relación, aunque con pequeñas «señales» que la mujer suele obviar o minimizar, en lugar de darle la importancia que realmente tienen. Muchas mujeres piensan que, al quedarse embarazadas, los episodios de violencia disminuirán o cesarán por completo; sin embargo, continúan y se suelen intensificar, poniendo en grave peligro la salud de la madre y del niño o niña. Si somos capaces de detectarlo a tiempo y accionar en consecuencia, se pueden salvar muchas vidas.

¿CÓMO SE DESARROLLA? Es un proceso creciente, tanto en intensidad como en frecuencia, que comienza en las primeras etapas del noviazgo o de vida en común y que va creciendo desde las agresiones psicológicas sutiles (control, aislamiento…), pasando por las agresiones verbales (insultos, humillaciones, amenazas…) y físicas (empujones, bofetadas, puñetazos, patadas…), hasta la muerte, en los casos extremos.

Así es como comienzan la mayoría de los casos de violencia de género…Hay una teoría que explica cómo se produce de una forma tan precisa que la mayoría de las mujeres en esta situación se sienten totalmente identificadas con ella. La teoría del “ciclo de la violencia” descrita por Walker (1979) está compuesta por tres fases que se desarrollan de forma cíclica:

La primera fase, de “Acumulación de tensión”, es un período de construcción de la tensión en la pareja, en la que la mujer tiene un control mínimo de la frecuencia y severidad de los incidentes violentos. La víctima puede evitar o retrasar el maltrato si acepta las exigencias del agresor, o acelerarlo si rechaza o se enfrenta a sus demandas. La «tensión» normalmente surge de los conflictos cotidianos como los problemas económicos, la educación de los niños y niñas, etc.la primera vez suele ser una fase larga, pero va disminuyendo en el tiempo. Se produce una sucesión de pequeños episodios que provocan incidentes o conflictos que pueden tener el efecto de “no dirigirse la palabra” (violencia pasiva), con un incremento constante de la ansiedad y la hostilidad leve y encubierta al principio. Hay un deseo expreso de aislar a la mujer de su entorno social. La mujer en un primer momento puede enfrentarse, incluso denunciar

La segunda fase, denominada de “Explosión”, se inicia cuando aparece la violencia física. Las agresiones actúan como un castigo ante la conducta de la mujer y tienen como consecuencia una pérdida de control de la situación. Este período es el más corto, pero es el que produce un mayor daño físico. El agresor ataca y este momento es impredecible. Tiene lugar una explosión de violencia mediante la cual se descarga toda la tensión que se había acumulado. Acaba cuando, distendida la tensión, se toma la conciencia de la gravedad de los hechos, que pueden ser de diversa consideración. El agresor suele intentar justificar su agresión, quitarle importancia o negar el incidente.

Tercera fase, o fase de luna de miel: la duración de esta etapa va reduciéndose con el transcurso del tiempo hasta desaparecer. Hace referencia a un resurgimiento de la relación. Suele producirse con el arrepentimiento del agresor, que reconoce su culpa, pide perdón y declara no volver a ser violento.

Las primeras veces que se llega a esta fase puede que la mujer trate de negociar para frenar la agresividad del hombre. Pero ella carece del control de la situación. El fracaso de la negociación, va reduciendo la fortaleza de la mujer.

La violencia hacia las mujeres, siempre comienza con unas señales previas a las agresiones físicas, y  tenemos que prestarles mucha atención ya que pueden ser preludio de tragedia.

Antes de llegar a la agresión física, el maltratador ha creado una relación sexista, con unas reglas bien establecidas para someter y dominar a la víctima. Esto lleva un tiempo y  las señales comienzan de forma sutiles, aunque  hay que tenerlas en cuenta para evitar que algo malo pueda llegar a suceder.

Señales de violencia previas a las agresiones. Aprende a detectarlas:

1 – Culpabilidad

El maltratador, sutilmente, con el paso del tiempo hace responsable a la víctima de todo lo malo que le sucede. Así la víctima acaba creyendo que sus defectos justifican la agresividad de su pareja. Hagas lo que hagas está mal: si miras a alguien por la calle, si la comida no sale bien… pequeñas cositas que van minando la autoestima…
Es acoso emocional, una estrategia llamada de doble vínculo: cualquier cosa que hagas es merecedora de castigo.

2 – Soledad

El agresor consigue que la víctima se sienta sola emocionalmente. Es algo que va calando poco a poco en todos los niveles de la vida: en la familia, el trabajo, los amigos, llegando al aislamiento total.
El entorno de la víctima es sometido a juicio por parte del maltratador: él tiene que controlarlo todo, dar su aprobación. Por lo general, las únicas relaciones que conservará la pareja son la familia y las amistades de él.
De esta manera, la soledad se convierte en la peor compañera. El terreno ya está preparado para dar paso a la violencia sin que nadie pueda ayudarla.

3 – Pensamiento único

A veces puede pasar que el agresor quiere controlarlo todo: el dinero, tus sentimientos, pensamientos,… tu vida, porque cree que tiene la verdad absoluta y que todo tiene que ser aprobado según su criterio. Desde lo más cotidiano a la sexualidad o actividades de ocio.

En su lenguaje oral y corporal el mensaje queda claro: las cosas se hacen como él dice. Se muestra tan seguro…  y eso es una señal precisamente de lo contrario, de su propia inseguridad.

4 – La ley del más fuerte

Resulta ser una persona encantadora, pues su comportamiento fuera de casa es completamente diferente, mostrándose simpático y agradable. Puede caer muy bien, tener muchos amigos que lo consideran y respetan,  triunfar en su vida laboral (o todo lo contrario). Curiosamente genera esta polaridad, y sus expresiones suelen ser exageradas, provocando que todo lo que tenga que ver con su pareja sea relacionado con él.

Todo gira entorno a él, sus estados de ánimo marcan el paso de la vida diaria en su familia.

5 – Amenazas

La pareja solo va bien cuando la víctima es sumisa.
Cuando hay un desacuerdo la tensión va en aumento y la reacción violenta intimida a la víctima. Puede ser una mirada, el tono de voz más alto… Es una actitud amenazante que se impone y condiciona toda relación.
Se impone la ley del silencio en los temas que no le interesa tratar y así la pareja queda desprovista de juicio crítico. Si formulas opiniones contrarias aumentará la tensión.

6 – Humillación

El maltratador ansía el poder, lo controla todo y para conseguir que todo se haga como él dice, un arma poderosa es la humillación, dejando a la víctima en una continua indecisión, y generando frustración e impotencia. Suelen infravalorar todo lo que venga de la agredida y se ríe de ella, llegando a desautorizarla delante de sus propios hijos. Esto puede comenzar de forma muy sutil: «Anda, no digas tonterías…, tú de esto no entiendes» e ir aumentando con el tiempo a formas más duras.

7- Miedo

Antes de llegar a la agresión física, el temor ya ha hecho acto de presencia. El miedo se apodera de la relación, y el amor da la sensación de que aparece y desaparece, puesto que él puede comportarse amablemente algunas veces y otras de forma dictatorial y amenazante.

Acatar las peticiones del agresor sustituye a la posibilidad de llegar a acuerdos tras una negociación. La víctima, si es sumisa, buscará satisfacer las necesidades de su pareja, tratará de anticiparse a los deseos del maltratador, actuando desde la frustración y el miedo  para evitar cualquier situación peligrosa. Esta relación puede durar años,  incluso toda su vida. ¿Te suena?

Si la víctima se rebela y manifiesta su inconformidad, lo hará desde el miedo a la reacción de su pareja. Esta relación durará mucho menos: por lo general ella abandonará la pareja una vez se haya dado cuenta de que las dificultades en lugar de resolverse van «in crescendo».

Es probable que la víctima que abandona vuelva una y otra vez al hogar, hasta que se dé cuenta de que la situación no cambiará. Necesita apoyo psicológico, económico probablemente, firmeza, y soltar la esperanza de que se produzca un cambio de actitud en su pareja, para no caer en lo mismo cuando le supliquen perdón en amargo llanto (el automático es volver al mismo comportamiento).

No hay un único perfil de maltratador, a veces también son mujeres. El veneno va rodando… las situaciones traumáticas que vivimos  quedan grabadas y pueden volver a repetirse de diferentes maneras.

Tu pareja puede ser una bellísima persona, en el fondo, víctima a su vez de estar repitiendo un patrón aprendido en la infancia, o de un arquetipo. La cuestión es que hay señales, y es importante reconocerlas y no minimizarlas, porque ya tienes información sobre cómo puede ser el final de la historia…

Vivimos en una sociedad neurótica que nos enferma, y nos queda hacer mucho trabajo personal a mujeres y a hombres, para crecer, para sanar heridas y dejar de repetir los patrones oscuros de la historia de la humanidad.

Si alguien, por mucho que diga que te quiere, por mucho que te regale cosas, por mucho que te diga que está por ti, etc. no te respeta  como el ser sagrado  que eres, no respeta tu forma de pensar, de vestir, de relacionarte, ésas son señales que identifican en qué tipo de relación estás: una relación tóxica (quizá tu pareja tenga un perfil narcisista, que tendrá que resolver, si quiere…)

Busca ayuda, siempre. Hay un momento en que no hay punto de retorno, y si te sientes mal y crees que puedes estar en peligro, no lo dudes, la distancia salva vidas.

Más información

Acompañamiento a Mujeres Víctimas de Género

 

 

 


 

 

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