Eneagrama Para Conocerte Mejor
9 tipos de personalidad interconectadas
¿Qué es el Eneagrama?
El Eneagrama en Psicología, es una herramienta de autoconocimiento, un mapa de la personalidad, una tipología útil como camino desarrollo personal. Te da la posibilidad descubrir quién eres realmente, de aceptar tus facetas más oscuras y trabajar para ser la mejor versión de ti: más sana, equilibrada, serena y presente. Y para entender mejor a las demás personas.
Esta propuesta de autoconocimiento es utilizada por psicólogas, psiquiatras, psicoanalistas, y otras personas profesionales en sus terapias. También se usa cada día más en empresas, para desarrollar la inteligencia emocional de sus trabajadoras, y es empleada por guionistas y escritores para crear personajes más profundos.
Estar bien con nosotras mismas pasa por el autoconocimiento, y conocer el eneagrama facilita el proceso para estar mejor, sabiendo cuáles son tus talentos y tus limitaciones.
En geometría, un eneagrama es una estrella de nueve puntas; la palabra significa en griego «nueve líneas». El eneagrama describe nueve tipos de personalidad, determinando qué nos mueve a ser cómo somos y a hacer lo que hacemos; cuáles son nuestros principales defectos y cualidades, qué deseamos, de qué tenemos miedo y dónde tropezaremos una y otra vez a lo largo de nuestra vida, si actuamos en piloto automático.
Orígenes del Eneagrama
Procede de diferentes tradiciones espirituales milenarias: del cristianismo esotérico y de los padres del desierto, con posibles influencias sufíes o babilónicas. Diferentes investigadores constatan que en el símbolo del Eneagrama se condensa gran parte de la sabiduría universal, entroncada con los últimos descubrimientos realizados por la física cuántica y la psicología.
El primer autor conocido que rescató esta herramienta fue Gurdjieff, fundador durante la primera mitad del siglo xx de un grupo llamado Buscadores de la Verdad. Él explicaba a sus discípulos que el símbolo del Eneagrama representa tres leyes mediante las cuales se rige nuestra existencia:
- El círculo, que simboliza la idea de que todo lo creado forma parte de una misma realidad.
- El triángulo equilátero central, que enseña que cada una de estas creaciones interdependientes está compuesta, por una tríada, como el hecho de que las cosas no son sólo blancas o negras, sino también grises.
- La héxada, una figura abierta de seis lados que muestra que el cambio y la evolución permanecen con el paso del tiempo.
El relevo lo tomó Óscar Ichazo, que en la década de 1950 llevó a cabo un hallazgo extraordinario: descubrió la conexión entre el símbolo del Eneagrama y los diferentes tipos de personalidad, estrechamente relacionados con las nueve principales pasiones de la condición humana: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula, lujuria y pereza, siete de las cuales son conocidas como los «pecados capitales». Claudio Naranjo fue su discípulo y realizó todo un trabajo de síntesis y de difusión, por América y Europa, convirtiéndose en la herramienta de psicología práctica que conocemos hoy en día.
Los centros básicos y las tríadas
Tenemos tres centros básicos: instinto, emoción y mente. Todas tenemos de todos los centros, aunque uno de ellos predomina y define la manera en la que nos movemos y entendemos el mundo, llevándonos a procesar la realidad de una manera, como un filtro a través del cual sentimos, actuamos e interpretamos la vida. Los nueve eneatipos se subdividen en tres: viscerales, emocionales y mentales.
Tanto la parte visceral, como la emocional y la mental, ofrecen funciones básicas para nuestro desarrollo y bienestar.
Que predomine uno u otro centro significa estar atrapada en él. Por ejemplo: si eres mental tienes exceso de actividad intelectual, y no conectas fácil con la emoción ni el instinto; ser emocional significa que te mueve el sentimiento por encima de todo, a veces sin pasar por el filtro mental y olvidándote del instinto; y la persona visceral actúa «desde las tripas» antes de pensar ni sentir.
Estos procesos ocurren a nivel inconsciente, de ahí la importancia de trabajarlos para darnos cuenta de qué partes de nosotras están funcionando de manera desequilibrada.
EMOCIONALES: corazón
Buscan atención, gustar, ser queridas
Su motor es el corazón, teniendo una mayor sensibilidad emocional, y por ello las emociones están más a flor de piel.
Confunden el ser con el parecer: buscan reconocimiento externo debido a una sensación de inseguridad profunda, que les hace sentirse inadecuadas, poco queridas. Confunden su valía personal con la atención que reciben de los demás.
Construyen una imagen para conseguir afecto desde la seducción, el ayudar, la victimización o el éxito y ser eficaces… todas le dan mucha importancia a su imagen, a quedar bien, a ser «buenas personas», especiales, interesantes, imprescindibles, originales, «diferentes».
Las personas emocionales confunden a veces sus emociones auténticas de las exageradas, por el exceso de emocionalidad, llegando incluso a estar «secuestradas», o ahogadas por sus emociones. Viven intensos altibajos, son muy empáticas, y buscan aprobación, cariño y atención.
Los eneatipos emocionales son el 2, el 3 y el 4
MENTALES: pensamiento/cabeza
Buscan comprender, solucionar, seguridad
Las personas mentales viven a través del intelecto. Confunden vivir con «entender» y buscan comprender las cosas para sentirse seguras. Se guían por la lógica y no contactan mucho con sus emociones ni con su instinto
Su emoción predominante es el miedo (consciente o no). Desarrollan problemas de inseguridad y ansiedad, buscando estrategias y planes para obtener seguridad. Sustituyen el hacer y el sentir por el pensar.
Los eneatipos mentales son el 5, el 6 y el 7.
VISCERALES: instinto/cuerpo
Poder, autonomía, acción
Las personas de este centro se mueven y contactan con el mundo a partir de los instintos más básicos, desde las tripas. Su principal motor es el cuerpo, y son personas más reactivas que las de los otros dos centros, pues suelen actuar sin pensar.
Desconectadas de lo intelectual y emocional, les cuesta verse, conocerse, y saber qué necesitan en realidad. Pueden ser personas radicales, de blanco o negro, todo o nada, con dificultad para apreciar los aspectos más sutiles de las cosas.
Suelen reprimir sus emociones. A nivel inconsciente tienen la sensación de no ser vistas ni tenidas en cuenta, y eso les genera una agresividad que algunas muestran abiertamente y otras de forma encubierta. Pueden adoptar actitudes distintas: rigidez sobre lo que «debe hacerse», perfeccionismo, invisibilidad… otras se hacen notar, otras se ocultan tras una coraza de dureza e invulnerabilidad…
Los eneatipos instintivos son el 8, el 9 y el 1.
Las nueve tipologías del Eneagrama
Aquí exponemos unos rasgos sobre cada uno de los eneatipos, con la herida emocional sobre la que se construyó la personalidad. Todo el mundo tenemos un poco de cada, aunque siempre nos identificamos más con uno de ellos. Según épocas vitales es las que transitamos por algún otro eneatipo, pese a haber uno que es el de base. Si tienes dudas, existen test en la red para poder averiguar cuál eres.
Reconocernos en una u otra tipología nos ayuda a comprendernos y a aceptarnos mejor, reducir nuestras dificultades internas y externas, y descubrir algunos mecanismos automáticos que tenemos programados.
Eneatipo 1: la perfeccionista. Pasión: la ira. Se siente imperfecta en realidad, y para compensar esta sensación de insuficiencia, crea un ideal de cómo debería de ser. Muy auto-exigente y crítica consigo misma, se enfada con facilidad, convencida de que su forma de ver las cosas es la única verdadera.
Prepotente, rígida, cree que tiene la razón y trata de imponer su punto de vista. Su aprendizaje pasa por transformar la ira en serenidad, aceptándose tal como es.
En su mejor aspecto son personas sabias, nobles, idealistas de sólidos principios, éticas, heroicas, poseen un fuerte sentido del bien y el mal. Se esfuerzan por mejorar las cosas.
Eneatipo 2: la ayudadora. Pasión: la soberbia. No se quiere a sí misma. Lo importante es ser buena persona y prioriza las necesidades de los demás. Cree que cuanto más ayude, más le querrán y más feliz será. En el proceso se olvida de sí misma y de sus necesidades, se vuelve dependiente e incapaz de estar en soledad.
Soberbia, considera que sabe mejor que los demás lo que necesitan. Su aprendizaje pasa por transformar su orgullo en humildad, y atender primero sus propias necesidades emocionales.
En su mejor aspecto es generosa, altruista y siente un amor incondicional por sí misma y por los demás, comprensiva, amistosa y bondadosa.
Eneatipo 3: la triunfadora. Pasión: la vanidad. Su herida es que no se valora a sí misma. Cree que su valía depende de sus triunfos profesionales y del estatus social. Se obsesiona con la imagen, el éxito y el reconocimiento, y acaba por olvidarse de quien verdaderamente es.
Presumida, ambiciosa y competitiva, actúa como un camaleón. Su aprendizaje pasa por transformar su vanidad en autenticidad, valorándose por lo que es en vez de por lo que hace, tiene o consigue.
El Tres sano es una persona que se acepta a sí misma, auténtica y un modelo que inspira a otras personas, encantadora, ambiciosa, competente, enérgica y segura de sí misma.
Eneatipo 4: la romántica. Pasión: la envidia. Su trauma es que no se ve a sí misma. Necesita que la descubran los demás. Para compensar su complejo de inferioridad, se convierte en una persona única, especial y diferente. Siente que le falta “algo” para poder ser feliz, que tiene una carencia, una imperfección, y entra en la tristeza, la melancolía y el drama.
Se siente incomprendida, con altibajos emocionales. Su aprendizaje pasa por aprender a interesarse más por las demás que por sí misma, aceptar la normalidad y centrarse en lo que sí tiene.
En su mejor aspecto son inspiradas, originales, muy creativas, muy artistas, capaces de renovarse y transformar sus experiencias.
Eneatipo 5: la observadora. Pasión: la avaricia. Su mayor miedo es ser incapaz de relacionarse emocionalmente con los demás. Suele ser distante, fría, reservada y un poco ermitaña; se encierra en su soledad, en su mundo racional, teórico e intelectual, acumulando información y conocimiento.
Su aprendizaje pasa por conectar más con su corazón, encontrando el equilibrio entre lo que piensa y lo que siente.
En su mejor aspecto es pionera, visionaria, espabilada, perspicaz, curiosa, capaz de concentrarse y enfocar la atención en desarrollar ideas y habilidades complejas.
Eneatipo 6: la responsable. Pasión: la cobardía. Su herida es que no confía en sí misma. Le invade el miedo y la ansiedad, y vive en estado de alerta. La inseguridad le lleva a preocuparse obsesivamente. Llena de dudas, suele preguntar a otras personas qué hacer con su vida.
Su aprendizaje pasa por transformar su cobardía en coraje y cultivar la confianza en sí misma para asumir las consecuencias de sus propias decisiones.
En su mejor aspecto es leal, estable, comprometida, digna de confianza.
Eneatipo 7: la entusiasta. Pasión: la gula. Su herida es la sensación de vacío e insatisfacción. No soporta contactar con el vacío y el dolor, y desarrolla una personalidad divertida, positiva, hedonista, hiperactiva, ajetreada, espontánea y animosa. Busca experiencias nuevas y estimulantes. Tiene problemas de superficialidad e impulsividad.
Su aprendizaje pasa por cultivar el silencio y el arte de hacer nada, conectando con la felicidad y el bienestar que residen en su interior, en vez de perderse en el laberinto de la evasión.
Equilibradas centran sus dotes en objetivos dignos y productivos, siendo personas alegres, optimistas, capacitadas y agradecidas.
Eneatipo 8: la desafiante. Pasión: la lujuria. Teme sentirse indefensa, que le hagan daño. Quiere tener el control y tiende a intimidar por medio de su mirada y su fuerte personalidad. No soporta que le digan lo que tiene que hacer y la injusticia le saca de quicio. Siente que debe proteger su vulnerabilidad, y se muestra orgullosa, agresiva, audaz y dominante.
Su aprendizaje pasa por soltar el control y aceptar su vulnerabilidad, comprendiendo que nadie puede herirle emocionalmente sin su consentimiento.
En su estado más sano, son protectoras y defensoras de la manada, ingeniosas y decididas, heroicas
Eneatipo 9: la pacificadora. Pasión: la pereza. Su trauma es no saber lidiar con el enfado de quienes le rodean. Es acomodaticia, humilde, conformista, confiada, estable, afable, bondadosa. Se infravalora y le cuesta mucho decir “no” a los demás por temor a que alguien se enoje. Escucha más que habla, pues cree que su opinión no importa. Tiende a procrastinar, dejando todo para el último momento, pudiendo pasarse horas tirada en el sofá, entrando en apatía, dejadez y pasividad.
Su aprendizaje pasa por transformar su pereza en proactividad, haciéndose valer y aportando valor al mundo.
Centradas son muy buenas mediadoras, calman los extremos, siendo capaces de unir a las personas y solucionar conflictos.
El eneatipo base de nuestra personalidad es la estructura que usamos para movernos por el mundo, para sobrevivir y para desarrollarnos. Gracias al trabajo con el Eneagrama descubrirmos nuestras estrategias de vida, cómo son, para qué nos sirven, y en qué sentido nos limitan o apoyan.
Si quieres conocerte mejor a través del Eneagrama, contacta.
Del Ego al Ser, extraído del libro “Encantado de conocerme”, de Borja Vilaseca
«Desde la perspectiva del Eneagrama, cada ser humano es único y diferente, pero todos nacemos a partir de una energía común, materializada mediante nueve cualidades o virtudes inherentes a nuestra naturaleza: serenidad, humildad, autenticidad, ecuanimidad, desapego, coraje, sobriedad, inocencia y proactividad. Aunque estos nueve rasgos innatos forman parte de nuestra condición humana, uno de ellos es el que determina -en mayor o menor medida-nuestra verdadera esencia. Eso no quiere decir que dos personas con un mismo eneatipo sean iguales. Pero sí que contarán con una serie de patrones de conducta muy parecidos -determinados por el modelo mental o esqueleto psicológico-, cuyas variaciones dependerán del amor y la estabilidad que experimentaron durante la infancia, así como del condicionamiento sociocultural recibido o la genética, entre otros factores.
De hecho, sean cuales sean nuestras circunstancias externas, los expertos en Eneagrama sostienen que, por muy cariñosos que hayan sido nuestros padres, la tremenda experiencia que supone el parto suele dejarnos heridas psicológicas profundas. A lo largo de nuestra infancia, éstas se van abriendo e intensificando, y provocan que nuestra necesidad de amor pueda llegar a ser desmesurada. Ésta es la razón de que los primeros seis años de vida siempre tengan un gran impacto en el posterior desarrollo de nuestra personalidad y, por ende, en la desconexión con el ser.
Eso sí, cuanto más amor y estabilidad hayamos recibido durante esos años -o más percibamos haber recibido-, menor necesidad habremos tenido de protegernos bajo la falsa identidad del ego. A partir de esta percepción subjetiva y distorsionadora, el ser comienza a ser sepultado por una serie de patrones de conducta inconscientes. Cuanto menos nos aman o menos amor creemos estar recibiendo, más fuerte y dura se vuelve nuestra personalidad, ego o falso yo, sin mencionar los casos de maltratos físicos y psíquicos, cuyas experiencias traumáticas provocan que este escudo protector sea inmensamente más desproporcionado que el de la mayoría.
Con el paso de los años, incorporamos una serie de comportamientos impulsivos, que se disparan automáticamente como reacción a lo que sucede fuera. Así, estos mecanismos de protección terminan por fijarse en nosotros, transformándose en nuestra «forma de ser», aunque en realidad se trata de nuestra «falsa forma de ser». Este proceso de identificación genera que empecemos a creer que somos nuestra personalidad, ego o falso yo. Por eso normalmente reaccionamos de una misma forma frente a determinados estímulos externos, cosa que nos impide ser del todo libres. Y es que cuanto más egocéntricos somos, menor es nuestra capacidad de aceptar lo que no depende de nosotros y mayor y más intenso es nuestro sufrimiento.
Así, conocer cuál es nuestro tipo de personalidad a través del Eneagrama nos sirve para liberarnos de nuestra ignorancia e inconsciencia. O dicho de otra manera: nos ayuda a identificar y trascender las limitaciones del ego para reconectar con las cualidades y fortalezas de nuestra verdadera esencia. Además de responder a la pregunta «¿por qué somos como somos?», este manual de instrucciones de la condición humana también nos ayuda a cultivar la empatía y la compasión. No en vano, nos proporciona un mapa objetivo de la personalidad humana, a través del que podemos comprender más profundamente las motivaciones que hay detrás del comportamiento de las personas con las que nos relacionamos en nuestro día a día. Ya que nadie puede cambiar a otro ser humano -siempre es uno mismo el que decide cambiar-, es fundamental aprender a aceptar a los demás tal como son. Si no, el conflicto está garantizado.»