El otoño y las emociones
La realidad del otoño, luz y oscuridad en nuestras emociones.
Las personas tenemos un calendario biológico que marca diferentes estados emocionales. La necesidad de equilibrio para lograr una estabilidad física provoca en nosotras la necesidad de regular la actividad para no perder nuestro bienestar.
Ser conscientes de lo que nos pasa nos ayuda en la detección de aquellas cosas que nos hacen perder el equilibrio. Muchas veces nos creamos expectativas que no se ajustan a nuestros propios ritmos.
Ten en cuenta que variará según la persona, su medio ambiente y hábitos. Éstos influyen notablemente en el transcurso de todo el ciclo estacional: Primavera, verano, otoño e invierno.
Tú también eres otoño
«Estoy que no me conozco». No creas que no eres tú. Esta apatía forma parte de tu otoño y como mujer cíclica que eres, pasas por la emoción de la tristeza en otoño.
Hormonalmente hay cambios debido a la disminución de la luz: baja la melatonina, influyendo en el sueño, las ganas de comer y la temperatura corporal y la serotonina, la hormona de la felicidad.
El otoño es equilibrio, tenemos las mismas horas de sol que de oscuridad, podemos aprovechar las ultimas horas del día para reflexionar y para hacer balance de lo que ha sido nuestro ultimo año y plantearnos como lo queremos acabar para después volver a comenzar en este ciclo sin fin.
Si baja tu atención, hazte una agenda en la que puedas ver claramente que tareas son las que tienes pendientes y recuerda establecer el orden correcto, es decir, lo urgente, lo importante y lo demás.
Tu metabolismo te condiciona y va adaptándose a los cambios. No le pongas mente, permítetelo.
Tiempo de hacer balance
Entrar con más energía para realizar tus propósitos y seguir creciendo.
Pasamos del verano, que todo es luz, color y alegría, al otoño, días más cortos, menos luz, cambio en la temperatura a más fresco y los ritmos, deben acompañar el día a día que ya no corresponde a un estado emocional vacacional.
La cantidad de energía que utilizamos para la puesta en marcha de lo cotidiano sumado a las fiestas propias de la época (relacionadas ancestralmente con las cosechas) hace de esta etapa del año un momento de hacer esfuerzos.
Cuando llega el frío, al final de otoño y el invierno asoma para adentrarnos en la oscuridad, volvemos a hacer balance para valorar nuestros planes, proyectos… y vuelta a empezar con la siguiente estación.
Da que pensar
Una agenda es una buena aliada en el orden de prioridades de tu vida. Puedes observar con claridad y sin influencias que son aquellas cosas que te mueven y si te hace ilusión realizarlas.
Si no puedes con todo…analiza y reorganiza la agenda, seguro que no es necesario hacerlo todo y hay cosas que podemos aplazar. Si además estamos estresadas no ayudaremos en el equilibrio de las emociones otoñales.
Al contrario que otros puedan pensar, concédete tiempo para no hacer nada, si tu cuerpo te pide que disminuyas la actividad, hazlo.
Ten ilusión para luchar contra la pereza y así evitar el aislamiento que nos sumerge en el círculo vicioso de la apatía. Hacer planes con las amigas sube tu autoestima. 😉
¿Qué puedes hacer?
- Prolonga la exposición a la luz natural.
- Duerme bien.
- Incentiva tu vida social.
- Cuida tu dieta y come productos de temporada.
- Busca actividades que te hagan reir.
- Puedes meditar a la luz de una vela.
- Escuchar música.
- Quemar incienso.
- Que no falte la vitamina C, es época de gripes y resfriados.
- Disfruta de hacer combinaciones y escoger colores para tu forma de vestir otoñal.
- Date caprichos.
Corre las cortinas para ver el sol, siente el aire fresco en las mejillas, respira y aprovecha para crear nuevos propósitos que den color a la rutina y te ayuden a estar motivada.
Recuerda que es transitorio, que durará lo que tardes en adaptarte.